Desde hace exactamente 60 años, todos los jueves, cerca de las 18, se juntan casi con sentido religioso. Los une la amistad (en algunos casos también el lazo sanguíneo) y sobre todo, el sentimiento de italianidad que todos llevan adentro, ya sea porque nacieron en Italia o porque sus abuelos y padres les transmitieron esa pasión.
Oficialmente integran el Coro Alpino La Plata, aunque ellos se definirán, mitad en italiano, mitad en castellano, como Los Alpinos. El lugar es una de las oficinas del Círculo Italiano, sobre la Diagonal 73, a un par de cuadras de Plaza Moreno, donde cada jueves se encuentran para afianzar los lazos de camaradería y amistad que los define, pero también para ensayar canciones tradicionales de la península, pero también de la Argentina, el país que eligieron como la segunda patria, para después presentarse en distintas fiestas y celebraciones tanto en La Plata como en las distintas ciudades donde son convocados.
El director del coro, Raffaele Pascucci: “Los Alpinos se empezaron a juntar hace muchos años para sentirse más cerca de Italia, para compartir todo lo que les pasaba y se hizo un grupo de amigos muy fuerte que desde 1963 se reúne todos los jueves y no sólo para cantar. Nuestro lema es Honestidad y solidaridad y viene del primer grupo de alpinos que se formó en 1872 en Italia y ha llegado a todo el mundo”. Cuenta que muchos de los fundadores del grupo en La Plata eran sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, de los que queda solamente uno, quien a sus 88 años mantiene la jovialidad y el entusiasmo de los años mozos: Umberto Sina es todo un referente del grupo.
Los Alpinos nacieron en Italia, bien en el norte del país. Eran militares que defendían la región de las invasiones extranjeras (como en las dos guerras mundiales) y se caracterizaban porque en los tiempos de descanso se daban ánimo entonando canciones populares. Esa tradición se mantiene inalterable en estos “alpinos platenses”, quienes con orgullo destacan que “hoy los alpinos de todo el mundo se han transformado en hombres de paz, con misiones humanitarias en todo el mundo y hasta con participaciones en circunstancias muy dolorosas como catástrofes naturales”.
La central del grupo se encuentra en Milán y desde allí salen las directivas hacia los Alpinos de todo el mundo, subrayando el modo de actuar. Habitualmente se presentan donde son convocados, tanto en fiestas patrias de Italia y Argentina, como asimismo en celebraciones de ciudades o fiestas patronales. En el último tiempo, los Alpinos de La Plata han pasado por Córdoba, Lobos, Berisso, Rosario, 25 de Mayo, entre otras ciudades, llevando sus canciones y su presencia plena de italianidad.
Cuentan que sus valores fundamentales son “mantener el espíritu de cuerpo” y “la solidaridad con las comunidad”, al tiempo que enarbolan su lema indiscutido: Honestidad y Solidaridad. Se enorgullecen de ser una asociación nacional y no solamente regional, ya que allí están representadas las distintas regiones del norte al sur de Italia. Pero afirman al unísono: “Nos juntamos antes que nada porque somos buena gente. Y después hacemos todo lo que hacemos. Pero ante todo, somos buena gente”.
Umberto Sina tiene 96 años y es el único sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial
La mayoría es gente grande, abuelos en muchos casos. Son quienes mantienen vivo ese espíritu que vivieron en su Italia natal o heredaron de sus padres. Y que jueves a jueves renuevan en el desafío de darle vida al grupo. Aunque cuentan con algo de dolor que les cuesta incentivar a los más jóvenes para ampliar el número de participantes y, conscientes de que ya están en la última etapa del viaje, les gustaría que los chicos tomen la posta para reafirmar esa vieja y vigente tradición.
“Nos gustaría invitar a todos los que quieran unirse al grupo y compartir este espíritu. Nuestras puertas están abiertas para todos los que quieran y sólo tienen que venir los jueves, a las 18, al Círculo Italiano, en Diagonal 73 entre 55 y 56 y con gusto los recibiremos”, cuentan con entusiasmo.
Las reuniones son puramente italianas. En broma, pero vaso en mano, advierten que “entre los alpinos no puede faltar nunca ni la grapa ni el vino”. Hablan tanto en castellano como en italiano y cualquiera entendería, en un lapso de minutos, de qué va la cosa entre ellos: se sienten bien juntos, resplandecen su sentir italiano y ensayan lo que después hacen maravillosamente cuando son puestos a cantar. Las canciones que hacen son tradicionales italianas, algunas argentinas y muchas de sus propias autorías. En definitiva, no son más que la excusa justa para renovar un compromiso que se mantuvo inalterable durante 60 años y esperan mantener por mucho tiempo más.